Puede pasarle a cualquiera: una anciana que oye unas pisadas
sospechosas mientras va por la calle, un ejecutivo que ve una sombra
reflejada en la ventana de su coche, un comerciante que siente una
navaja apoyada en su espalda. En ese preciso instante una persona normal
se transforma en una victima y un mundo que parecía tan seguro, de
repente, se inunda de peligros. Cualquiera puede sufrir la
violencia de los demás, pero ya sea un daño infringido por una astuta ex
mujer o un golpe asestado por el objeto de nuestro afecto, llega un
momento en el que debemos levantarnos y seguir nuestro camino, y sino
podemos, sólo nos queda rezar para que nos rescaten. B-.
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