Por muy negro que veas el cielo, las estrellas siempre están encima, sólo hay que saber dónde mirarlas. Creía que en la ciudad no se podían ver las estrellas y me lié a pedradas con las farolas para quedarnos a oscuras. Nos tumbamos en el capó del coche a mirar el cielo. Y allí estaban, millones de estrellas alumbrando la noche, cientos de planetas por descubrir, miles de sueños enviados a pequeñas bolas de luz. Y allí estaba yo, sintiéndome pequeña, mirando el firmamento. B-.
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